No te olvidaremos jamás, querido Leo – We won’t forget you, beloved Leo – Wir werden dich nie vergessen, lieber Leo!

LEO tenía diecisiete años, y llevaba con nosotros en Anahí nada menos que nueve años, recibiendo el cariño de todos los voluntarios.
Leo fue rescatado cuando tenía ocho años, de una familia de coreanos que lo tenían permanentemente encerrado en una jaula muy pequeña (Leo no podía dar una vuelta sobre sí mismo), tumbado sobre sus propios excrementos; a su vez, tenían esta jaula de cara a una pared. Resumiendo, Leo pasó los primeros ocho años de su vida encerrado y vislumbrando nada más que paredes
Alguien que descubrió el estado en el que tenían al perro, denunció a la familia. Sin embargo, cuando la policía se personó en  la casa a evaluar la situación… Leo había desaparecido. Parece ser que la familia se había enterado de la denuncia y se deshicieron del perro lo antes posible. La protectora Anahí comenzó a buscarlo por todas las perreras de la isla y avisó a los veterinarios de la zona. Hasta que al fin Leo apareció en la perrera de Insular, y pudieron sacarlo de ahí.
Parecía un final feliz: Leo ya estaba a salvo, en manos de una protectora que le encontraría un hogar en condiciones. Leo conocería lo que sería vivir en familia. No obstante, no pudo ser así. Al poco tiempo de entrar en Anahí, Leo comenzó a mostrarse agresivo tanto con animales como con personas, y no quería salir de su jaula por nada del mundo. Y es que, fruto de sus ocho años en asfixiante cautiverio, Leo sufría un trastorno agresivo-compulsivo, una especie de «bipolaridad» que le hacía estar contento y tranquilo, y de un momento a otro, atacar.  En especial con la comida, y cuando querían darle mimos.
Es por todo esto por lo que Leo no pudo entregarse en adopción. De modo que los voluntarios de Anahí sabíamos que Leo permanecería con nosotros hasta el fin de sus días, tal y como lo ha hecho estos nueve años.
El primer año bajo la tutela de Anahí, lo pasó sin querer salir de su jaula ni dar paseos voluntariamente, y al tratar de sacarle, mordía . Cuando en 2011 la protectora cambió de refugio, sin saber por qué Leo comenzó a dar su paseo rutinario. Parece que el cambio le sentó bien. Desde entonces era el primero en querer salir (de hecho, siempre fue el primero); y disfrutaba muchísimo correteando en sus paseos. Siempre ha parecido feliz con nosotros, con su rutina, sus paseos. Tranquilo, a gusto… A su aire, al fin y al cabo. En el fondo, la familia de Leo ya estaba en Anahí.
Leo era un aficionado de los peluches, tenía una gran devoción, aunque le duraran cinco minutos. Cada Día de Reyes, en el reparto de juguetes a Leo se le daba peluches por dos; porque, mientras vaciaba al primero de esponja, a los voluntarios les daba tiempo de sacarle la foto con el segundo.
Si alguien de ustedes tuvo la oportunidad de visitarlo en el refugio, verían que en la jaula de Leo siempre hubo un cartel donde se prohibía dejarlo salir con extraños, y mucho menos meter la mano por las rejas. Únicamente podían sacarlo a pasear los voluntarios que más lo conocían, siempre las mismas personas. Si nos hubieses preguntado a cualquiera de nosotros, no te habríamos dicho que era peligroso, sino que era «especial».
Ahora Leo se ha ido con Ada, Lela, Valeria, Braco, Zimba, Linda, y otros tantos angelitos que formaron parte de la familia Anahí. Pero Leo fue un perro tremendamente fuerte y valiente. A sus diecisiete años había soportado una artrosis muy intensa, además de haber superado una pancreatitis, y más recientemente, un ictus. Ahora le habían detectado un tumor sin remedio, que le mantendría con vida muy poco tiempo. Como no sabíamos cuánto iba a ser, todos los voluntarios de Anahí nos reunimos lo más pronto posible y pasamos un buen día con él para despedirnos. Nos sorprendió la vitalidad con la que se encontraba: ¡en ningún momento se sentó a descansar, solo quería pasear, pasear, pasear! Leo estuvo en un hermoso parque, luego fue a un restaurante en Vegueta que admite la entrada de perros, y finalmente, a pasear a la playa. Su cara de felicidad quedó inmortalizada en las fotos.
Querido Leo, nunca olvidaremos tu presencia en nuestra protectora. Tus rutinas eran ya nuestras rutinas, y será difícil no tenerte aquí para ver cómo disfrutas de la vida que has elegido. También echaremos de menos tu carácter, la manera de proteger tu espacio… y la desconfianza de algunas personas que habían experimentado la sensación de tus colmillos. Nada importa. Tu colección de bocados dan para una tarde entera de anécdotas entre nosotros, tu familia.

En las últimas semanas habíamos percibido el cambio en tu carácter: ya te dejabas tocar con facilidad, no protegías tanto tu espacio… Y aunque parecía bueno que hubieras dejado de ser “mordedor”, en realidad todo se debía a tu estado. Tu enfermedad te cambió para bien en los últimos meses, dejándote más evadido, como si se nos quisiese regalar unos últimos momentos de familiaridad contigo, de cercanía. En la foto de esa última reunión, sales cargado por uno de los voluntarios, algo impensable hace diez años. Nos quedamos con el recuerdo de esa suerte.

 Adiós, Leo. Siempre serás el abuelito gruñón de Anahí

LEO was 17 years old and spent 9 years with us, receiving love from all our volunteers.

Leo was rescued when he was 8 years old. A Korean family used to keep him locked in a cage (it was so small that he couldn’t even turn around), surrounded by his excrement and facing the wall that his cage was pushed up against). To summarize, he spent his first 8 years confined to a tiny space, looking at a wall.

Eventually, someone discovered how he was being kept and told the police. However, when the police went to investigate, Leo had disappeared. Apparently the family had somehow received a tip off and got rid of Leo in time. Anahi started to look for him in dog shelters all over the island and asked local vets if they had seen him. Leo was eventually found at the municipal dog kennel and was rescued.

Everybody thought it would be a happy end: Leo was safe and with an animal protector that would find him a good family. He was going to find out what it was like to live in a real home. But unfortunately, that wasn’t to be. Once at Anahi, Leo started to be aggressive with people and other animals and didn’t want to leave his kennel. The problem was that following 8 years of torture and captivity, he had developed an aggressive-compulsive disorder, a kind of ‘bipolarity’ which made him happy and quiet most of the time, but at other times he would become suddenly aggressive and attack others.

Because of this, it wasn’t possible to find a home for Leo. All the volunteers at Anahi realised that he was going to stay with us for the rest of his life, and in the end he spent 9 years with us.

During his first year with Anahi he didn’t want to leave his kennel and bit everybody who tried to make him do it. In 2011, when the society moved to a new location, nobody is sure why, but Leo started to enjoy going out for walks. He quickly became always the first to go out and really enjoyed running around. We think he had a happy life with us, with his routine and long walks. He was quieter and felt better because, in fact, his new family was Anahi.

Leo loved teddies but they lasted only 5 minutes with him. Every Three Kings Day during the giving out of the toys, Leo received two sets of presents: this way, while he was busy destroying the first toy, the volunteers could take a photo of him with the second.

If you visited us and saw his kennel, you would have seen a sign warning you not to enter his kennel or to put your hands through the fencing. Only volunteers who knew him were able to take him for walks but, if you asked any of us, we have never said he was dangerous, only ‘special’.  

Now Leo has left to join Ada, Lela, Valeria, Braco, Zimba and other angels from Anahi. Leo was extremely strong. When he was 16 years old, he started to suffer from severe arthrosis; he had acute pancreatitis and, more recently, he had a stroke. He was also diagnosed with a tumour and the vet told us he did not have long to live. Because we didn’t know how long he was going to stay with us, all the volunteers decided to organise a picnic and spend a day together. What a nice surprise it was to see him so lively and happy; he didn’t stop for a rest, he just wanted to sniff around! Leo spent that morning in a beautiful park, he went to a restaurant in Vegueta which allows pets and, to finish, he went for a walk along the beach. His happy face was immortalized in photos.

Dear Leo, we will never forget your time with us. Your routines became ours and it’s going to be difficult not to see you every day enjoying the life you choose. We will miss your behaviour and how you used to protect your space…and the way that people were cautious with you after they experienced your teeth on their skin. Nothing matters now; we can spend a whole afternoon with your biting stories.

During his last weeks, we could perceive that his personality had changed: we could pet him more easily and he wasn’t quite so protective of his personal space. He didn’t bite anymore, but this was because of his illness. His illness changed his behaviour allowing us to become closer to him and to enjoy his last days as a big family. In our last photo with him during the picnic, a volunteer was holding him, something that was unthinkable before. We’ll keep this precious moment in our mind forever.

Good bye Leo. You will forever be the grumpy grandpa of Anahí.

Leo war 17 Jahre alt und nicht weniger als 9 Jahre bei uns in Anahí, wo er die Liebe aller ehrenamtlicher Helfer genoss.
Leo wurde aus einer koreanischen Familie gerettet, die ihn ständig in einem viel zu kleinen Käfig hielt (Leo konnte sich darin nicht mal umdrehen) und lag in seinen Exkrementen; noch dazu hatten sie den Käfig mit der Öffnung zur Wand gestellt. Alles in allem verbrachte Leo die ersten 8 Jahre seines Lebens eingesperrt und sah nichts als Wände.
Als jemand den Zustand entdeckte, in dem sie den Hund hielt, zeigte er die Familie an. Als jedoch die Polizei das Haus aufsuchte, um die Situation zu beurteilen, war Leo verschwunden. Scheinbar hatte die Familie Wind von der Anzeige bekommen und sich des Hundes schnellstmöglich entledigt. Die Tierschutzorganisation Anahí suchte sämtliche Tierheime der Insel ab und benachrichtigte die Tierärzte in der Umgebung, bis Leo schliesslich im Inseltierheim auftauchte, und man ihn dort herausholen konnte.
Scheinbar ein glückliches Ende: Leo war jetzt sicher in den Händen einer Tierschutzorganisation, die ihm ein angemessenes Zuhause finden würde. Leo sollte Familienleben kennenlernen, aber es kam anders. Nach kurzer Zeit bei Anahí begann er, sich aggressiv sowohl anderen Tieren als auch Menschen gegenüber zu zeigen und wollte um keinen Preis aus seinem Zwinger kommen, was sicherlich auf seiner 8 jährigen Gefangenschaft beruht. Leo hatte eine aggressive Zwangsstörung, eine Art „Bipolarität“, die ihn zufrieden und ruhig und im nächsten Moment aggressiv sein liess, besonders beim Fressen und wenn man ihn streicheln wollte.
Aus all diesen Gründen konnte Leo nicht zur Adoption freigegeben werden. Also wussten wir Freiwilligen von Anahí, dass Leo bis an sein Lebensende bei uns bleiben würde, was er auch 9 Jahre lang tat.
Das erste Jahr in der Obhut von Anahí verbrachte er, ohne aus seinem Zwinger zu kommen oder spazierenzugehen. Sobald man versuchte, ihn herauszuholen, biss er um sich. Als die Tierschutzorganisation im Jahr 2011 den Hort wechselte, begann Leo plötzlich, seinen regelmässigen Spaziergang zu unternehmen, und von da ab war er der erste, der rauswollte (und er WAR immer der erste); er genoss es sehr, auf seinen Spaziergängen zu toben. Er schien immer glücklich bei uns, mit seiner Routine, seinen Spaziergängen. Ruhig, aber zufrieden… ganz nach seinem Willen letztendlich. Im  Grunde war Anahí schon Leos Familie geworden.
Leo war verrückt nach Stofftieren, aber sie überlebten nur 5 Minuten. An jedem Drei-Königstag bekam er zwei, denn während er aus dem ersten den Schaumgummi zog, hatten die ehrenamtlichen Mitarbeiter Zeit, ein Foto von ihm mit dem zweiten zu machen. 
Falls jemand von Euch die Gelegenheit hatte, das Tierheim zu besuchen, werdet Ihr gesehen haben, dass an seinem Zwinger ein Schild hing, auf dem stand, dass es verboten war, ihn mit Fremden rausgehen zu lassen und vor allem nicht die Hand durch das Gitter zu stecken. Einzig die Freiwilligen, die ihn am besten kannten, durften ihn ausführen, und immer dieselben Personen. Hätte man irgendjemanden von uns gefragt, hätten wir geantwortet, dass er nicht gefährlich, sondern „speziell“ war.
Jetzt ist Leo bei Ada, Lela, Valeria, Braco, Zimba, Linda und vielen anderen Engeln, die Teil der Anahí-Familie waren. Aber Leo war ein äusserst starker und mutiger Hund. Mit seinen 17 Jahren hat er eine sehr heftige Arthrose überstanden, eine Bauchspeicheldrüsenentzündung und zuletzt einen Schlaganfall. Ausserdem hat man bei ihm einen unheilbaren Tumor festgestellt, der ihm nur noch wenig Zeit liess. Da wir nicht wussten, wie lange es dauern würde, versammelten sich alle freiwilligen Mitarbeiter von Anahí schnellstmöglich und verbrachten einen schönen Tag mit ihm, um uns zu verabschieden. Die Vitalität, die er zeigte, war überraschend. Keinen Augenblick setzte er sich zum ausruhen hin, er wollte nur laufen, laufen, laufen! Leo war in einem wunderschönen Park, danach ging es in ein Restaurant nach Vegueta, in dem Hunde erlaubt sind, und den Abschluss bildete ein Strandspaziergang. Sein glücklicher Gesichtsausdruck bleibt für immer unsterblich auf den Fotos.
Geliebter Leo, wir werden deine Anwesenheit in unserer Tierschutzorganisation nie vergessen. Deine Routine war schon unsere Routine, und es wird schwer, dich nicht hier zu haben, um zu sehen, wie du das von dir gewählte Leben geniesst. Auch deinen Charakter werden wir vermissen, die Art und Weise wie du dein Reich beschützt hast… und das Misstrauen einiger Menschen, die versuchten, deine Eckzähne zu spüren. All das spielt keine Rolle. Deine Sammlung an Bissen liefert Stoff für einen ganzen Nachmittag an Anekdoten unter uns, deiner Familie.
In den letzten Wochen haben wir Veränderungen an deinem Charakter wahrgenommen: Du liesst dich leicht anfassen, du beschütztest deinen Raum nicht mehr so… Und obwohl es gut schien, dass du nicht mehr der Beisser warst, beruhte in Wirklichkeit alles auf deinem Zustand. Deine Krankheit veränderte dich zum Guten in den letzten Monaten, machte dich umgänglicher, so, als ob du uns ein paar letzte Momente der Vertrautheit  und Nähe mit dir schenken wolltest. Auf dem Foto dieses letzten Treffens sieht man dich gehalten von einem der Ehrenamtlichen, etwas, das vor 10 Jahren undenkbar war. Wir bleiben zurück mit der Erinnerung an dieses Glück. 
Tschüss Leo. Du bleibst für immer der knurrende Opa von Anahí.

 

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